El amor es esencia divina, no magia terrenal… como un susurro de estrellas que despierta el alma, como el roce de dos miradas que se reconocen en la eternidad.
«Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.» (1 Juan 4:7-8, RVR60)
Es la luz que convierte lo cotidiano en propósito, la chispa que enciende lunas dentro del pecho. Es la paciencia que todo lo soporta, la bondad que nunca es envidia.
Se manifiesta como un conjuro suave, pero firme, «El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta»
👶 El Sello de Amor en la Crianza.
Cuando dos corazones, unidos en este pacto, se vuelven hogar, el universo se inclina en la provisión, y el amor se convierte en el fundamento de la herencia.
En la crianza, este amor se traduce en la mansedumbre de la enseñanza, en la seguridad del abrazo incondicional, forjando un carácter que conoce la Verdad.
Es la base para educar a nuestros hijos, con la certeza de que:
«Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.» (1 Juan 4:16, RVR60)
Pues solo el amor genuino e inmutable les da raíces para la vida.
♾️ Permanencia.
Porque el amor no se explica, se siente como un temblor dulce en el alma, como un poema que se escribe solo cada vez que se vive en sacrificio y gracia.Y cuando todo lo demás cese, la palabra, la ciencia, y la profecía, el amor, este don eterno, «nunca deja de ser.» (1 Corintios 13:8, RVR60)








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