«No somos el puño cerrado que golpea.
Somos la mano abierta que acoge,
un refugio de paz y de calma.
El eco que sana las heridas.
No somos la cadena que apresa.
Somos el abrazo que libera,
el sol que derrite el hielo,
el alma que ama sin medida.
No somos la tormenta que arrasa.
Somos la caricia que cuida,
el susurro de un bosque dormido,
la vida que fluye y se cuida»

Gente pobre en esta tierra, siempre la habrá; por eso te ordeno que seas generoso con tus hermanos hebreos y con los pobres y necesitados de tu tierra.
(Deuteronomio 15:11)
Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo. (Mateo 5:16)
Si te dedicas a ayudar a los hambrientos y a saciar la necesidad del desvalido, entonces brillará tu luz en las tinieblas, y como el mediodía será tu noche.
(Isaías 58:10)
¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la justicia y reprendan al opresor! ¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda!
(Isaías 1:17)
Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes.
(Lucas 6:38)
Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda.
(Mateo 5:42)
Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios. Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente. (Mateo 10:8)
¿Entonces qué debemos hacer? —le preguntaba la gente.
—El que tiene dos camisas debe compartir con el que no tiene ninguna —les contestó Juan—, y el que tiene comida debe hacer lo mismo.
(Lucas 3:10-11)
No niegues un favor a quien te lo pida si en tu mano está el otorgarlo.
(Proverbios 3:27)
Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo.
(Gálatas 6:2)
Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni polilla que destruya. Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.
(Lucas 12:33-34)
Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás.
(Filipenses 2:4)
No se olviden de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen, porque esos son los sacrificios que agradan a Dios.
(Hebreos 13:16)
Y este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.
(Juan 5:12)







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