«Ten fortaleza de mirar en tu interior para sanar tus heridas, esas de la infancia que tanto duelen, observalas, curalas.
Dales todo tu amor, abraza a tu niño interior, deja que se manifieste, que se exprese, cuídalo, consuelalo, abrazalo.
Dile que todo está bien, que ahora estás ahí para él y que nunca lo abandonarás, que se sienta protegido y amado.
Reinventate para dar lo mejor a tus hijos. Renace de nuevo, que tus experiencias vividas y dolores sirvan para mejorar.
Corta tus programas, siente todo aquello que te dolió. Cuando eras niño. ¿Tus padres te decían palabras hirientes?, ¿te golpearon?, ¿te dieron suficientes abrazos y cariño?, ¿te sentías valorado?.
Ahora siente todo eso que te marcó y se quedó como una herida en tu corazón,
no para rechazarlo, criticarlo,
sentirte una víctima o condenarlo,
sino para acogerlo y transformarlo dentro de ti.
No le hagas lo que a ti tanto te dolía, trasciendelo y no repitas el programa o la creencia de que» hay que herir a los niños
para hacerlos fuertes, para que hagan caso y aprendan.»
Los niños se hacen fuertes y seguros
con el Amor y los buenos tratos,
con la confianza, la seguridad,
y el apoyo de sus padres.»
Del libro «LA CONCIENCIA DE SER PADRES».
Isabel López Gallego.








Replica a christinenovalarue Cancelar la respuesta