«En el futuro habrá posiblemente, una profesión que se llamará oyente. A cambio de pago, el oyente escuchará a otro atendiendo a lo que dice. Acudiremos al oyente porque, a parte de él, apenas quedará nadie más que nos escuche. Hoy perdemos cada vez más la capacidad de escuchar»
Byung-Chul Han
(«La expulsión de lo distinto»)
Saber escuchar.
Una buena escucha ofrece la posibilidad a la persona que nos está hablando de comunicar y expresar sus pensamientos, sus emociones y sus sentimientos. Adoptar una actitud de escucha es apartar nuestros pensamientos y concentrarnos en las expresiones del otro. Toda la energía la ponemos en las necesidades de la otra persona, lo que la hace sentirse reconocida y estimada. Es lo que se denomina una caricia emocional.
La escucha es una habilidad que exige apertura, transparencia y ganas de comprender. El justo equilibrio entre saber escuchar y saber hablar produce el diálogo.

Saber escuchar ayuda a la persona que nos habla a sentirse respetada, acogida. Mientras escuchamos estamos creando un espacio de interrelación, un puente emocional de conexión.
Punto de partida.
Hoy vivimos en tiempos donde el diálogo se ha vuelto una realidad obstaculizada por las fiebres igualitaristas que no dejan lugar al conflicto con ideas distintas y por el mundo “endogámico” de las propias redes sociales. Se confunde igualdad con que todos tenemos que pensar igual.
Igualdad no es identidad, somos iguales pero diferentes a la vez. Se cree ingenuamente que hay que “dialogar” solo con los que piensan igual que uno mismo, lo cual tiene muy poco de diálogo, de encuentro con otro distinto de mí.
Nuestras redes sociales “inteligentemente” nos llevan a encontrarnos con los que tienen nuestras mismas preferencias, gustos e ideas, haciéndonos creer que la mayoría piensa igual que nosotros.
Internet no se muestra hoy como un espacio de acción común, es una caja de resonancia del yo.
Hace falta de lectura reflexiva, de pensamiento crítico, de interés por un pensamiento distinto que no confirme las propias ideas, crea un ambiente propicio para toda forma de fundamentalismos e intolerancia que no soporta un matiz o una crítica fundamentada.

Dialogar es también escuchar.
El diálogo es una herramienta de encuentro real y entendimiento, de solución de conflictos y de intercambio que enriquece a las partes involucradas, que les permite a todos revisar y reconstruir sus propias convicciones. Pero cuando se busca solo imponer el propio punto de vista sin capacidad de escucha y de aprendizaje, se termina haciendo del otro un simple objeto de adoctrinamiento o un enemigo a quien hay que silenciar, “bloquear” o simplemente ignorar.
El verdadero diálogo no es hablar sin escuchar, sino una búsqueda de la verdad con los otros, argumentando con razones, cuestionando presupuestos y prejuicios, abriéndonos al otro sin miedo.
Sobre el autor ( Byung-Chul Han)

Nacimiento: 1959 (edad 64 años), Seúl, Corea del Sur
Influenciado por: Michel Foucault, Martin Heidegger, Giorgio Agamben, Gilles Deleuze, Más
Álbumes: Müdigkeitsgesellschaft
Educación: Universidad de Corea (1982), Universidad de Basilea, Más
Educado en: Universidad de Corea; Universidad de Friburgo
Nombre completo: Byung Chul Han.
Wikipedia.
El filósofo alemán, de origen coreano, Byung-Chul Han reflexiona en profundidad sobre el mundo globalizado e hiperindividualista, fijándose en temas, como la tendencia a hacer todo igual expulsando lo distinto, la depresión en la sociedad del rendimiento, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, el síndrome de desgaste ocupacional, el consumismo, el exceso de información, la sobreproducción, la autodestrucción, el miedo, la globalización y el terrorismo.
El filósofo Han propone que en un mundo centrado en el ego productivo y olvidado del otro, la escucha ha de ser un acto que quiebre el encierro subjetivo del individuo. “Escuchar no es un acto pasivo. Se caracteriza por una actividad peculiar. Primero tengo que dar la bienvenida al otro, es decir, tengo que afirmar al otro su alteridad. Luego atiendo a lo que dice”.
"La expulsión de lo distinto. Percepción y comunicación en la sociedad actual "(libro)

Google Books
Fecha de publicación original: 2016
Autor: Byung-Chul Han
Género: Libro de autoyuda
En su último capítulo, Escuchar afirma: «En el futuro habrá, posiblemente, una profesión que se llamará oyente», donde analiza las características de quienes quieran desempeñar este oficio. Este pronóstico se basa en la progresiva pérdida de nuestra capacidad de escuchar. El oyente que necesitaremos, y al que probablemente pagaremos para que nos atienda, será la figura emergente de una sociedad empeñada en un progresivo narcisismo, que nos abstrae de lo importante para encerrarnos en lo anecdótico. Que nos hace olvidar al otro para revivirnos permanentemente reconcentrándonos en el ego.
El valor de escuchar. Beneficios.
En una sociedad de rampante sordera, escuchar es un acto subversivo. Si todos nos escucháramos más y mejor, acabaríamos con la incomunicación familiar, el sexismo, el racismo, la homofobia, la xenofobia, en fin, contra cualquier tipo de discriminación y violencia. La sociedad del futuro, dice Byung- Chul Han, «podría llamarse una sociedad de los oyentes y de los que atienden». Practiquemos entonces el ser todo oídos sin la molesta boca. Demos paso al silencio.
Escuchar no es un acto pasivo, sino una actividad humana, que consiste en dar la bienvenida al otro, es decir, afirmar al otro en su alteridad. La escucha antecede al habla. Escuchar es lo único que hace que el otro hable. Invita al otro a hablar. El oyente es una caja de resonancia, en la que el otro se libera hablando. Así, escuchar puede servir de terapia para el otro.
Mientras llega, o no llega, esta nueva profesión de «oyente», me quedo con la frase:
«Escuchar es un prestar, un dar, un don. Es lo único que le ayuda al otro a hablar».
Escuchar es una manera de descentrarse de uno mismo, de olvidarse de sí, de desinflar el ego, de silenciar las propias voces interiores y pensamientos para dar lugar al otro. Escuchar es un acto de atención hacia el otro, de cederle espacio en mi vida, de respeto a su persona, de apertura a su propia vida, sus ideas, su mundo. Por eso querer escuchar a otro es querer entrar en su mundo y dejarnos transformar por él. Quien está demasiado ocupado consigo mismo no puede escuchar en profundidad.
La escucha verdadera exige tiempo, pero el tiempo a disposición del otro. Quien no está dispuesto a limitarse a sí mismo para dar espacio al otro, no puede escuchar realmente. Pero antes que nada escuchar es un acto de amor, es una decisión en favor del otro, un dar de sí. Por ello es un arte que requiere tiempo y dedicación.
El verdadero diálogo entre las personas a todos los niveles, desde la vida familiar hasta el diálogo político, requiere de un verdadero interés por el otro. Sin otro, no hay escucha, solo monólogos autorreferenciales que se escuchan a sí mismos.

¡Ejercitemos la habilidad de saber escuchar!
Es un ejercicio saludable, enriquecedor y solidario, sobre todo en una sociedad en la que hay muchas personas que necesitan ser escuchadas.
«Escuchar es imprescindible para enterarnos de quién es el otro y de lo que tiene que decirnos sobre sí mismo y sobre nosotros. De este modo podemos conocerle y comunicarle -sin palabras- que es importante para nosotros, al menos en ese momento. Es decir, escucharle nos permite reconocerle, darle un lugar»
Fuentes;
El periodo de Aragón.
Odres Nuevos.
revistafuturoags.mx.
La Vanguardia.
Colegio María de las Mercedes.
Wikipedia.
Google Books.









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