“Una madre consideraba que mentir era algo muy despreciable, y que solo la gente pobre mentía mucho.La aristocracia no mentía. Le dijo a su hijo que mentir no era digno, que era inaceptable entre gente de buena familia. Le dijo al niño que debía ser muy cuidadoso y que debería estar listo para morir antes de mentir. Un día el niño escuchó a su madre hablando por teléfono diciendo ‘Oh, mil disculpas, no podré asistir hoy. Tengo un terrible dolor de cabeza y me tengo que ir a la cama’. Hubo un terrible chillido de niño ‘¡Oh, cielos, mi madre ha dicho una mentira!.
Los niños son tan responsables que lo que les decimos lo toman seriamente y lo usan constantemente.Debido a esto debemos ser muy cuidadosos.”
(…) “Debemos tener cuidado, el alma del niño es como un espejo brillante, en el que cualquier aliento puede crear una sombra.”
Fuente;
MARÍA MONTESSORI
Londres,1946.







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