«Un castigo es toda acción que tenga la intención de lastimar, ya sea física o emocionalmente,para "enseñar"una lección.
El castigo es efectivo (operativamente hablando) solo en la medida en que la persona lo experimente como doloroso, por lo que en realidad no existen "castigos blandos o castigos por amor" puesto que el dolor causado deliberadamente por un adulto hacia un niño no será nunca experimentado por quien lo reciba como algo amoroso. De hecho, lo que se experimenta ante un castigo es vergüenza y tal vergüenza no genera ningún aprendizaje. Solo comunica al castigado que hay algo de malo con él o ella. A la larga la vergüenza constante causa ansiedad, baja autoestima y poca autovaloración.
Afortunadamente, hoy sabemos que no es necesario (ni se debería) castigar para que los niños cooperen. De hecho, la conexión es el mejor motivador y te ayuda a establecer límites más efectivos. Los niños que cooperan por elección propia (aún así inicialmente se resistan) terminan por generar conexiones cerebrales dedicadas a la autoregulación.
Estas conexiones no son posibles cuando no existe una intencionalidad del niño de optar por seguir el pedido o por regirse al límite establecido.
El miedo no genera conexiones, solo genera cortisol (estrés).»







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