«Ciertamente, es el hogar el espacio ideal para despertar el gusto por las palabras, donde encandilar al niño con su sonoridad, con nombres, adjetivos y verbos teñidos de afecto que arrullan y confortan, que acarician el oído del bebé al ritmo del corazón.
Con ellas tejemos historias para ser escuchadas primero y leídas por los propios niños después.Desde la cuna arropamos al bebé con el ritmo de las nanas, las retahílas y las canciones, aderezadas con onomatopeyas, exclamaciones y gestos, que les hacen brotar la risa y les deparan gozosas sorpresas. Así, con calor y juego, se inicia el proceso de descubrimiento del lenguaje, de la apropiación de las palabras y los gestos que más tarde culminará en el aprendizaje de la lectura y la escritura.»
Luis Miguel Cencerrado.
Fuentes;
Primeros Lazos. Psicopedagogía.
🎨Ilustración de Soledad Sebastián







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