A pesar de la brevedad de su dominio, los hunos, dejaron una profunda huella en nuestra memoria colectiva que les hace merecedores de un estudio serio y riguroso como este que deje claro la diferencia entre la realidad y el mito sobre una figura cuya imagen en esencia ha sido generada por sus enemigos, es decir por las fuentes chinas y romanas que intencionadamente nos lo describen junto a su pueblo como un feroz y ambicioso bárbaro ansioso de riqueza y poder. En realidad Atila nunca buscó la supresión del Imperio Romano, al contrario siempre lo vio como una fuente de prestigio y recursos con la que le interesaba coexistir, eso si desde una posición de dominio. Su inesperada muerte y su fracaso en planificar una sucesión efectiva a su desaparición hicieron que tras su muerte sus hijos se repartieran sus dominios y que en dos generaciones los hunos acabaran disolviéndose entre otros pueblos y que dejaran de ser un problema para los romanos que, en algunos casos, volvieron a emplearlos como mercenarios en sus ejércitos.
Fuente;
«Historia y Roma antigüa».







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