-¿Pero tú me amas? -preguntó Alicia.
-¡No, no te amo! -respondió el Conejo Blanco.
Alicia arrugó la frente y comenzó a frotarse las manos, como hacía siempre cuando se sentía herida.
-¿Lo ves? -dijo el Conejo Blanco-. Ahora te estarás preguntando qué te hace tan imperfecta, qué has hecho mal para que no consiga amarte al menos un poco. Y es por eso mismo que no puedo amarte. No siempre te amarán Alicia, habrá días en los cuales estarán cansados, enojados con la vida, con la cabeza en las nubes y te lastimarán. Porque la gente es así, siempre acaba pisoteando los sentimientos de los demás, a veces por descuido, incomprensiones o conflictos con sí mismos. Y si no te amas al menos un poco, si no creas una coraza de amor propio y felicidad alrededor de tu corazón, los débiles dardos de la gente se harán letales y te destruirán. La primera vez que te vi hice un pacto conmigo mismo : «¡Evitaré amarte hasta que no hayas aprendido a amarte a ti misma!». Por eso, Alicia, no, no te amo.
Lewis Carroll.
«Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas».







Deja un comentario